No le quedaba otra, a mi entender, al gobierno griego cuando decidió retirar dos piezas escultóricas procedentes del Museo Arqueológico Nacional de Atenas que previamente había cedido temporalmente para formar parte de la exposición en Doha (Catar) titulada «Juegos Olímpicos. Pasado y Presente». Se trataba concretamente del joven atleta de Eleusis y del barbero de Ptoos, representados, evidentemente, al modo en que solían competir los griegos antiguos: en pelotas, lo que no debía ser muy del gusto de las autoridades cataríes, ya que planeaban mostrarlas en la exposición acompañadas de un pudoroso velo negro que cubriese las partes anatómicas más pecaminosas. A pesar de alegar al respeto por las estrictas costumbres locales -especialmente la de no escandalizar a las mujeres con semejantes visiones-, el Ministerio de Cultura griego decidió retirarlas de la muestra, si bien, se mantuvo la cesión de las otras casi seiscientas piezas prestadas y procedentes de los museos Nacional de Arqueología, Numismático y el del Olimpia, utilizadas, parece ser, por el gobierno griego, tan necesitado de inversiones extranjeras, como instrumento para trazar «un puente de amistad» entre ambos países.