Muchos lectores me preguntáis eso mismo: ¿Qué estás haciendo ahora?
Apenas hace siete meses que fue publicada mi última novela El alquimista entre las fuentes, y muchos se sorprenden de que ya esté enfrascado en otra novela. Pues la realidad es que en el momento en que entregué las revisiones a la editorial (incluso antes, diría yo) ya estaba trabajando en una nueva idea.
Los tiempos editoriales tienen su propio ritmo, e incluso desde que se firma el contrato de edición pueden transcurrir muchos meses hasta tener la novela disponible en las librerías, debido ésto a la estrategia comercial de la editorial y a muchos otros factores en los que el autor poco tiene que decir. Pero eso le da igual a la creatividad. Hay que seguir escribiendo continuamente y en cualquier ocasión.
Personalmente, no soy especialmente rápido escribiendo (para desesperación de algunos lectores). Releo continuamente lo que escribo y, sobre todo, mis novelas, teniendo esa profunda base histórica, requieren de un proceso minucioso de documentación. Es posible que tenga ya la trama desarrollada en un alto grado en mi cabeza, pero mi obsesión por los detalles, eso que hace que una novela (y especialmente si es novela histórica o novela negra histórica) sea creible, hace que el proceso se ralentice.
Sé perfectamente que Santos Aguña, el prota de El infante de la sonrisa triste y El alquimista entre las fuentes, empieza a tener muchos fans que están esperando nuevas aventuras. Si eres uno de ellos, quiero tranquilizarte, tengo varias ideas para continuar con la saga y Santos regresará muy pronto. Pero no todavía.
Ahora mismo estoy con una idea que me apetecía hacer realidad desde hace tiempo: una de indios. Indios americanos, quiero decir. Una especie de western hispano en lo que hoy es el sur de los Estados Unidos, con apaches y comanches haciendo de las suyas. En realidad, aunque los yanquis nos hayan vendido su versión del far west, fueron los españoles los europeos que más tiempo compartieron territorio con estás indómitas naciones que están fijadas en el imaginario colectivo. Alrededor de 300 años, ahí es nada. Una novela sobre el far north, podríamos decir.
Ahora mismo estimo que va por la mitad, más o menos, así que aún queda un tiempo hasta que se publique. Mientras, sigo escribiendo y leyendo mucho, tanto que me he metido incluso con algunas de las novelas de mi colección personal de Estefanía. Todo un ejemplo de procacidad creativa, la de este hombre.