¿Por qué hablar de Cíbolo como un western?
Cuando alguien hojea Cíbolo por primera vez y ve que está ambientada en el siglo XVIII, en la frontera norte del Virreinato de Nueva España, puede pensar que va a leer una novela histórica “pura”. Pero hay otro lector que, tras unas pocas páginas, sonríe y dice: “esto me suena al western”. Y no anda desencaminado.
Como escritor de Valladolid dedicado a la novela histórica, siempre me ha interesado explorar esos espacios fronterizos, no solo en lo geográfico, sino también en lo narrativo. Cíbolo nació de ahí: del deseo de contar una historia realista, pero que respire el polvo, el riesgo y la tensión de la mejor literatura del oeste.
El espíritu del western: polvo, ley, violencia y frontera
El western clásico, tanto en cine como en literatura, gira en torno a unos cuantos elementos clave: la frontera como territorio incierto, la figura del forastero, el conflicto entre la ley y la violencia, y una naturaleza que no perdona.
En Cíbolo hay presidios aislados -los fuertes de toda la vida-, soldados de cuera, caminos polvorientos, mujeres que toman las riendas y un pasado que siempre regresa con forma de deuda o de herida. No hay duelos al sol, pero sí silencios cargados de tensión. No es el el salvaje oeste americano, es el salvaje norte de Nueva España.
De Marcial Lafuente Estefanía a Cormac McCarthy: breve recorrido por la novela del oeste
Para entender por qué Cíbolo conecta con el imaginario del western, conviene mirar brevemente a sus referentes.
Autores clásicos del western literario:
- Owen Wister – The Virginian (1902), una de las primeras novelas canónicas del género
- Zane Grey – Riders of the Purple Sage (1912), tal vez la novela western más popular de todos los tiempos.
- Louis L’Amour – prolífico y fundamental
- Cormac McCarthy – Meridiano de sangre, donde la frontera se convierte en infierno poético
Y en el mundo hispano:
- Marcial Lafuente Estefanía, el gran nombre del western popular en español. Con más de 2.500 novelas publicadas, supo crear un universo de pistoleros, caciques, sheriffs y buscavidas, aunque muchas veces desde la repetición de fórmulas.
Cíbolo no busca repetir esas estructuras, pero bebe de ese imaginario. Del polvo, del peligro, de los personajes que no pueden volver atrás.
Uno de los recuerdos más nítidos de mi infancia es precisamente el de mi abuelo leyendo aquellas novelitas de a duro, muchas de las cuales acabaron formando parte de mi biblioteca personal. Aquel universo de hombres duros, caballos exhaustos y horizontes lejanos sembró una semilla. Años después, con rigor histórico y otra mirada, esa semilla ha dado lugar a Cíbolo.
¿Western o novela histórica? ¿Y por qué no ambas?
Cíbolo es, ante todo, una novela histórica o de ambientación histórica con una poderosa base documental, ambientada en la América española del siglo XVIII. Pero su atmósfera, su tensión narrativa, su mirada sobre la soledad, la violencia o la búsqueda de sentido en los márgenes, lo acercan a lo que entendemos como un western.
Esa mezcla no es casual. Como autor de novela histórica nacido en Castilla y León, me interesa mostrar cómo lo nuestro también fue frontera: cómo españoles, mestizos, indígenas y criollos construyeron su historia en territorios tan peligrosos como fascinantes.
Para lectores de historia, y para quienes amaron el western
Si creciste leyendo a Estefanía, si te atrapó Sin perdón o Bailando con Lobos, si siempre sonríes cuando ves al señor Clint. Eastwood, si te gustan las de indios o si simplemente te gustan las historias donde todo está por construir y nadie tiene asegurado el futuro, Cíbolo tiene algo que ofrecerte.
Es una novela histórica diferente, escrita desde Valladolid, que recoge lo mejor de ambos mundos: el rigor del historiador y la intensidad del narrador. Una historia donde el pasado cabalga, y lo hace al puto galope.