Documentarse sin perderse: trucos para escribir novela histórica con agilidad

Una de las primeras preguntas que suelen hacerme como escritor de novela histórica en español es: “¿Cómo haces para documentarte?”. Y la verdad es que es una buena pregunta. La documentación es la columna vertebral de cualquier obra de ficción histórica, pero también es uno de los mayores laberintos en los que un escritor puede perderse.

Escribir novela histórica no consiste solo en contar una buena historia: se trata de sumergir al lector en un mundo pasado, hacerlo creíble, vívido, coherente… sin abrumarlo con datos. Esa es una línea difícil de trazar. En este artículo comparto los métodos que uso en mi proceso creativo para investigar sin que la documentación se convierta en un pozo sin fondo.

El problema: perderse entre libros, notas y mapas

Si eres escritor de novela histórica —o aspiras a serlo— probablemente ya sepas que el entusiasmo por investigar puede volverse un arma de doble filo. Te sientas a escribir una escena, pero te das cuenta de que no sabes si en el año 1786 usaban aún sillas de mano para trasnporte de gentes de postín… y de repente llevas tres horas leyendo sobre medios de transporte durante la Ilustración. Lo sé porque lo he vivido.

Cuando empecé a escribir Por el honor de los vacceos, mi primera novela, quería reconstruir el mundo de un pueblo prerromano a través de la ficción. ¿Sabes cuántas certezas tenemos sobre los vacceos? No las suficientes para aportar los detalles que requiere una novela. ¿Sabes cuántas hipótesis hay en estudios arqueológicos? Decenas. Y si no pones un límite, puedes acabar leyendo tesis doctorales sin escribir una sola línea de novela.

Trucos para documentarse con agilidad sin renunciar al rigor

  1. Investiga lo necesario para la escena que vas a escribir. Este consejo puede parecer simple, pero cambia radicalmente la forma en que enfrentas una novela. No necesitas saberlo todo desde el principio. Solo necesitas saber lo justo para que la escena que estás escribiendo tenga sentido.
  2. Organiza tus hallazgos con un sistema simple. No necesitas un software caro ni una app compleja. Un documento de Google dividido en secciones, un cuaderno con pestañas o una carpeta con marcadores en el navegador es suficiente. En mi caso, uso un documento de Word para notas generales por temas (ropa, armas, clima, calendario litúrgico…) que suelo extraer de libros (que subrayo y maltrato enfermizamente), y un sistema de carpetas digitales con los artículos digitales o enlaces a webs específicas para cada capítulo. Si necesito saber cómo se santiguaba alguien en el siglo XVIII, hago una nota rápida y la consulto cuando toca.
  3. No temas usar la ficción donde no hay certezas. A menudo, la historia nos deja huecos. Y ahí es donde entra el trabajo del novelista. No estamos escribiendo ensayos. Nuestra misión no es solo informar, sino emocionar, sugerir, hacer vivir. ¿Sabía exactamente qué ritos de paso usaban los vacceos? No. Pero usé datos comparativos de pueblos celtas e ibéricos para construir una ceremonia plausible. No es exacto, pero es verosímil. La clave está ahím en la verosimilitud, y no la exactitud absoluta.
  4. Confía en fuentes secundarias bien curadas. No todo documento académico es útil. Y no todo artículo de internet es basura. El secreto está en seleccionar bien. Algunos libros de divulgación me han sido de enorme ayuda, porque a veces se detienen en detalles de la vida cotidiana muy suculenteos, pero, por supuesto, también hay que ir a los ensayos históricos de referencia, porque te ofrecerán un contexto fiable y muy enriquecedor. A veces, incluso novelas de otros autores pueden ser fuente de inspiración y orientación, no porque sean fuentes documentales, sino porque muestran cómo integrar historia y narración.
  5. Haz pausas estratégicas: no investigues “por si acaso”. El “por si acaso” es uno de los mayores enemigos del escritor histórico. Te paras a investigar cómo era el calendario agrícola del siglo XVIII en el norte de México y, sin darte cuenta, llevas una semana estudiando ciclos lunares. Cuando sientas que estás investigando algo que no necesitas inmediatamente para escribir, anótalo para más adelante. Haz una pausa. Prioriza la narración.

¿Y si te atascas?


Si sientes que estás paralizado por la documentación, recuerda esto: no tienes que escribir la novela definitiva sobre la Edad Media ni el tratado completo sobre el Virreinato de Nueva España. Estás contando una historia. Y la historia avanza con conflictos, decisiones, emociones… no con datos.

Mi consejo final es: investiga con pasión, pero escribe con libertad.

Conclusión: escribe primero, corrige después

Muchos grandes autores de novela histórica reconocen que no lo saben todo cuando empiezan. Robert Graves escribió Yo, Claudio usando fuentes clásicas, pero tomó licencias. Hilary Mantel, en su trilogía sobre Cromwell, mezcló hechos reales con invención para explorar lo humano. Arturo Pérez-Reverte ha declarado más de una vez que escribe con un pie en la historia y otro en la ficción.

La clave es esta: si tú crees en tu mundo narrativo, el lector también lo hará. Y si has sembrado bien tu historia, siempre tendrás tiempo de revisar los detalles históricos en una segunda versión.

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