El infante regresa a Arenas de San Pedro

Cuando me invitaron a presentar la novela El infante de la sonrisa triste al palacio del infante en Arenas de San Pedro me pareció que iba a ser una experiencia personal interesante. Me quedé corto. Aquel mismo día por la tarde realicé el mismo viaje en el que se embarcó Santos Aguña para llegar hasta la villa del Tiétar, lo que ya de por si me entusiasmó, y entrar en el palacio con las últimas luces del día superó cualquier expectativa estética que pudiera haber albergado. La presentación, a mi estilo y ante una buena entrada de público, se realizó en uno de los salones principales del palacio inconcluso, aquel que pudiera ser despacho principal del infante Luis Antonio de Borbón, y posteriormente, guiado por el concejal Germán Mateos, pude visitar a la luz de las linternas del móvil otras dependencias del palacio cerradas habitualmente. No podría describir lo que sentí al entrar al dormitorio del infante, pero se acercó bastante a un síndrome de Stendhal. Pocas veces he sentido, en un plano puramente personal, la Historia tan viva, tan cercana, tan certera.

Solo decir que me tomé un pequeño capricho: hice sonar La música nocturna por las calles de Madrid de Boccerini en el palacio donde tanto debió sonar, en la localidad donde se compuso.

Así se hicieron eco Avilared.com y Tiétarteve.com del evento. Muchas gracias por el apoyo.

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