Antes de nada, este artículo contiene spoilers. Avisados quedáis.
Año 9, Germania. El Imperio romano de Octavio Augusto está intentando consolidar su presencia en la frontera norte, en Centroeuropa. En ese contexto histórico sucede una de las grandes batallas de la Antigüedad, la sangrienta batalla del bosque de Teutoburgo. Para los romanos supuso un varapalo bélico del que extrajeron interesantes lecciones que en los cuatrocientos años siguientes aplicarían contra los propios pueblos germanos y contra otros muchos. En realidad, fue una batalla que tuvo su importancia histórica, aunque menor de lo que pudiera parecer. En todo caso, los sucesivos emperadores romanos, salvo campañas puntuales, desistieron de avanzar al este del Rin (actual territorio de Alemania), y el río fue durante todo el imperio la frontera con los pueblos germánicos. Queda la duda de si realmente los romanos querían avanzar o se sentían más cómodos protegiendo una frontera natural que, como se vio después, les causó no pocos quebraderos de cabeza. Todo parece indicar que el esfuerzo de conquista no era comparable al beneficio que iban a extraer. Y no olvidemos que los romanos siempre fueron una civilización pragmática.
Para los alemanes, por su parte, Teutoburgo es un símbolo nacional. Especialmente lo fue durante el siglo XIX, cuando el nacionalismo germano estaba loco por conseguir la ansiada unidad alemana, y para ello necesitaba símbolos comunes, cualquier cosa que aunase sentimientos en torno a una patria común que no existía. El episodio de Teutoburgo fue, evidentemente, explotado panfletariamente durante el nazismo.
En ese contexto histórico al que nos referíamos, Arminio, un germano educado en Roma, regresa a su tierra y consigue unir a las revoltosas e indómitas tribus germanas bajo su único mando para atacar a las tres legiones romanas acantonadas en la región. Son esas a las que vence en la famosa batalla de Teutoburgo, también conocida como el Desastre de Varo, según el nombre del gobernador de Germania Magna cuando la derrota, Publio Quintilio Varo. Aquello en Roma sentó como un tiro, ya que Varo en realidad fue engañado por Arminio y conducido a un entorno boscoso en el que las legiones no podían luchar cómodamente. Una catástrofe en la que fueron aniquiladas tres legiones completas (cada una estaba formada por unos 5000 hombres), seis cohortes auxiliares (de unos 480 hombres cada una) y tres alas de caballería (unos 500 jinetes cada una). Casi veinte mil aguerridos soldados romanos. Normal que el propio Varo acabara suicidándose ante el estrepitoso fracaso.
Los romanos habían cruzado el Rin unos veinte años atrás, después de la conquista de las Galias, cuando vieron que había una nueva y larguísima frontera con pueblos belicosos (llamados germanos, así, en general) que solían cruzarla para cometer pillaje. En sucesivas campañas el ejército romano derrotó y apaciguó a muchos de aquellos pueblos , llegando a desplegar a unos 150 000 soldados en la zona. En ese contexto de pueblos pacificados, pero no sometidos, aliados de Roma en todo caso, se destinó a la provincia a un gobernador con perfil de gestor, más que militar: Varo.
Analicemos desde el punto de vista histórico las que consideramos claves de de la serie de Netflix Bárbaros:
Buena ambientación
Hay un esfuerzo definitivo por conseguir una buena ambientación de las aldeas germanas y de los campamentos romanos, en lograr la fidelidad del armamento y de los objetos. Pero sobre todo ello hay algo que me ha entusiasmado: ¡los romanos hablan latín! No un rato o en escenas concretas, no: durante todos los episodios de la serie. Ese pequeño gesto de los creadores de la serie puede parecer trivial, pero fue el matiz preciso que hizo que me animase a seguir viendo la serie completa.
Los romanos no eran un ejército de ocupación
O al menos no como lo describen en la serie, despiadados e imprevisibles. Con Roma habían llegado a la región avances que habían beneficiado a los pueblos germanos, como el desarrollo del comercio, la justicia romana, la mejora de las comunicaciones y, sobre todo, el final de conflictos sangrientos y continuos entre los diferentes pueblos y tribus, y todo ello con cierto grado de autonomía y conservando sus tradiciones. Sin embargo, efectivamente, fue el aumento de impuestos lo que prendió la llama de la insurrección. Roma necesitaba más fondos para modernizar el territorio y mantener a las tropas acantonadas.
En esa obsesión por ofrecer una pésima imagen de los romanos, la serie los pinta como crueles esclavistas. Lo eran, pero la esclavitud en Roma estaba perfectamente definida legalmente, no como se ve en la trama, cuando uno de los protagonistas es capturado por las bravas y convertido en esclavo. Además, algo que parecen ignorar los creadores alemanes de la serie es que los germanos eran tan esclavistas como los romanos. Pero eso se obvia o no se hace tan evidente, lo cual no parece demasiado honesto y deja ese poso de que a lo mejor están intentando engañar al espectador.
El gobernador Varo
El gobernado Varo no sale bien parado en la historiografía romana. Se le describe como un hombre libertino, violento e injusto. No era el tipo de personalidad que sirviera para mantener la paz ni las alianzas. No era como sus sucesores y aquello no gustaba a los jefes germanos. Otros historiadores, sin embargo, opinan que era un hombre experimentado y capaz cuya figura sufrió menoscabo por razones políticas.
Pero todo eso da igual, en la serie es un personaje que, pese a su interés histórico, se desdibuja en un guion algo cojo en el tratamiento de los personajes. A veces es cruel, a veces se le retrata como un padre amoroso… Lo que sí está probado históricamente es que no actuó como padre adoptivo de Arminio. Posiblemente no se conocieron hasta la llegada de aquel a Germania, cuando Arminio era ya jefe de tropas auxiliares romanas y noble del pueblo de los queruscos.
La serie acaba con un jinete al galope portando la cabeza de Varo. Dice la Historia que Arminio se la envió a los marcomanos, otro pueblo germano, tal vez para presumir de su victoria o para amedrentarlos, y éstos a su vez se la enviaron a Augusto, quien la dio entierro con honores en Roma.
Arminio, el héroe
Arminio fue educado entre los romanos en virtud de una alianza de paz con Roma, aunque no fue trágicamente arrebatado de los brazos de sus padres como narra la serie. Tras la derrota de su padre, éste se convirtió en aliado incondicional de Roma y fue él quien voluntariamente envió a sus dos hijos a la capital del imperio para que recibieran educación (por cierto, la existencia histórica del hermano de Arminio, Flavo, se soluciona en la serie con un par de pobres referencias). Arminio, en todo caso, fue educado entre romanos, era ciudadano y había obtenido el rango de équite, es decir de caballero, una clase social acomodada, justo por debajo de los nobles.
Arminio era amigo de Varo, además de una pieza clave para mantener la paz con los queruscos y perpetuar la paz. Esa confianza fue utilizada por Arminio para tender una trampa a las tropas de Varo y provocar una batalla que fue una auténtica carnicería. Pero claro, siguiendo la estela del nacionalismo romántico alemán, la traición (un defecto muy feo, a qué engañarnos), se convierte mágicamente en la serie en auténtica y exacerbada épica.
En cualquier caso, su gran mérito fue el conseguir unir a las tribus germánicas y llevarlos en bloque a la batalla, algo que no fue sencillo y que le costó varios meses de negociaciones.
Thusnelda
En esos momentos debía de tener unos veinte años y era de familia noble. Es cierto que rompió el compromiso de matrimonio con otro hombre, como se cuenta en la serie, para casarse con Arminio. Sin embargo, eso sucedió después de la batalla. Mientras, en la serie se la pinta como una líder popular, guerrera y bruja, una auténtica heroína (¿por cierto, no recuerda a veces a la Lagertha de Vikingos?).
Segestes, el traidor
Segestes, el padre de la hermosísima Thusnelda, sí es un personaje histórico. De hecho efectivamente avisó a Varo de que Arminio le estaba tendiendo una trampa y el gobernador no le creyó. Su enemistad con Arminio se prologó en el tiempo.
Eran muchos más bárbaros
Los bárbaros que fueron a la batalla no fueron quinientos como deja entrever la serie. Se estima que el ejército que venció a Roma era muy superior, unos 25000 hombres, y algunos historiadores opinan que las legiones romanas en ese momento no estaban completas y apuntan que debían ser unos 13000 hombres. Además con las legiones romanas marchaban miles de civiles (mercaderes, esclavos, concubinas e hijos de los legionarios…) que lo único que lograban era entorpecer la marcha. Por cierto, ni rastro de la caballería romana, que no es que fuera la mejor del mundo, pero servía para proteger a los infantes.
Una batalla mucho más larga
Es cierto que las legiones de Germania pasaban el invierno en Castra Vetera (actual Xanten, Alemania) y que durante su retorno Arminio convenció a Varo para sofocar una pequeña y cercana rebelión, lo que aprovechó para tenderle una emboscada.
La batalla duró varias jornadas y no un ratillo como muestra la serie. En esos días los romanos iniciaron una agónica huida, levantando campamentos para pasar la noche, mientras Varo esperaba inocentemente la llegada de Arminio y sus tropas auxiliares como única salvación. Como se ve, la traición de Arminio estuvo asombrosamente bien preparada. Al tercer día, Varo ordenó una huida rápida, dejando a los heridos en el campamento para que salvaran su vida pidiendo clemencia. No la obtuvieron. El 11 de setiembre del año 9 sucedió el episodio final. Los restos del ejército romano, bajo una tormenta de lluvia y viento que entorpecía la huida, fueron masacrados.
Varo, tal y como se puede ver en la serie, se suicidó, y con él sus oficiales y algunos de los soldados.
Los germanos sacrificaron a cientos de prisioneros romanos en altares construidos en los bosques y a otros les sacaron los ojos, les cortaron las manos y la lengua y les cosieron los labios. Esa crueldad final se puede ver perfectamente en la serie, con esos romanos muertos colgados de los árboles.
El asunto de la batalla es realmente uno de los mayores errores de la serie. Más bien, una oportunidad perdida. Imaginad la carga dramática de miles de hombres huyendo durante días, levantando barreras por la noche para defenderse, esperando una ayuda que nunca llegó, cansados, hambrientos… Pero, visto lo visto, eso no era posible en una serie en la que los soldados romanos son meros figurantes que se dejan matar por los heroicos germanos. Ese incomprensible partidismo hace que la serie, finalmente, pierda interés.
La máscara de Arminio
La máscara que a veces lleva Arminio en la serie es muy parecida a una que se encontró en el entorno del campo de la batalla.
Folkwin Lanzalobo
Es un personaje ficticio que sinceramente aporta muy poco a la trama. Si lo que se pretendía era meter como fuera un triángulo amoroso, lo podían haber resuelto con el pretendiente de Thusnelda, puestos a inventar, lo mismo daba. Folkwin es un tipo que cae simpático, pero ahí se acaba su interés.
Las águilas robadas
El episodio del robo de la enseña del águila del campamento romano es poco creíble, pero quizás quiera entroncar con la gran vergüenza para Roma que supuso la pérdida de las águilas de las tres legiones derrotadas, que con el tiempo intentó recuperar. Para algunos autores Teutoburgo fue una derrota militar, pero fue sobre todo una afrenta. Se podían perder batallas, pero no de esa manera.
Conclusión
Dicho todo esto, y asumiendo la buena ambientación histórica, lo cuidado de muchos detalles, a la serie le falta eso que hace que te enganche definitivamente. Es una serie histórica aceptable, pero no es una gran serie de televisión, con un guion algo plano y un desarrollo muy previsible. Cansa esa suerte de heroico nacionalismo alemán y la épica desplegada, en la que los germanos son buenos y los romanos muy malos, hasta el punto de que el espectador acaba sospechando que no le están contando toda la verdad.
Respecto a los personajes, son tan vacuos que acaba dando igual si mueren, si sufren o si sobreviven, no consiguen que el espectador se identifique sentimentalmente con ninguno. Al final acabas con la sensación de estar viendo una versión descafeinada de Vikingos, porque, definitivamente, Bárbaros no es de ninguna manera Vikingos ni The last kingdom. Es más bien la versión alemana de Hispania (¿os acordáis?). Bueno, en realidad nada es comparable, por suerte, a Hispania.
¿Volvería a verla?: sí. ¿Veré la segunda temporada?: sí. ¿Me ha entretenido?: sí. ¿Me ha gustado?: Sí, pero no me ha entusiasmado.
Todo apunta a que la serie tendrá al menos una segunda temporada, según ha confirmado Netflix, pero habrá que esperar hasta 2022. Y os adelanto que la Historia, la de mayúsculas, la que protagonizó Arminio, Thusnelda y compañía ofrece episodios realmente novelescos. Espero que los guionistas en esta ocasión dejen de inventarse la Historia, que con que se ciñan a ello tienen casi todo el trabajo hecho.
Como novela histórica recomendada sobre el tema: Teutoburgo de Valerio Massimo Manfredi.