Gustosamente he acudido a la invitación del personal, comprometido y activo como pocos, de la biblioteca municipal Jesús Meneses de Villamuriel de Cerrato para presentar El alquimista entre la fuentes. La experiencia ha sido magnífica en compañía de Juan Antonio Obispo, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Villamuriel de Cerrato, y del arqueólogo y contumaz lector (e intelectual puedo añadir en un arrebato de respeto y admiración) Ángel Palomino. Os recomiendo acercaros a conocer la oferta cultural de este municipio muy cercano a Palencia capital porque es realmente asombrosa, no en vano es la cuna del teatro en castellano. Ahí es nada.
Durante el encuentro hubo tiempo para el diálogo y el intercambio de ideas con los asistentes. Yo defendiendo la necesidad de una renovación de la novela histórica y muchos asistentes aportando su visión personal y refiriendo sus gustos y pasiones literarias. Y no faltaron referencias a El infante de la sonrisa triste, que muchos habían leído. He de reconocer que aunque no soy muy dado a los eventos públicos, en el contacto con lectores (o potenciales lectores) la novela sale muy bien parada. A veces parece que los escritores sin renombre andamos en perpétua mendigación para que se hagan con el libro de una forma u otra (algo que personalmente odio), así que cuando asumen, en ese contacto más íntimo, que no tengo ningún interés en que compren el libro, sino más bien en que les nazcan las ganas de leerlo, porque sé que no les va a defraudar, la cosa cambia. Será que en las distancias cortas, cuando puedes mostrar la novela de una forma transparente u honesta, todo resulta mejor…
Me quedo con algunas de las palabras de Ángel Palomino: «No sé cuando ocurrirá, pero Roberto está llamado a hacerse un nombre en la literatura de esta comunidad autónoma e incluso de España». Bueno, creo que esas palabras son fruto de la amistad, pero las agradezco igualmente.
De izq a dech.: Juan Antonio Obispo, Roberto Losa y Ángel Palomino.