Después de dos años y pico de publicar la novela me siguen llamando para hablar de ella. Y yo, que siempre he sido un tipo facilón, nunca digo que no -será por eso por lo que me llaman-. Dentro de unos días acudiré a un instituto público para dirigirme a estudiantes y contarles lo que ellos quieran, y me viene a la cabeza una pregunta reincidente: ¿Por qué esta novela ha gustado tanto a los jóvenes? No es un texto dirigido a ellos, evidentemente, de haberlo sido hubiera cambiado voluntariamente algunas cosas «de adulto», pero les interesa, muestran interés por la novela e incluso la leen. A lo mejor es porque el texto tiene un cariz global, porque no es para un lector determinado por su edad, a lo mejor se debe a que no se les trata como ya como a niños y ellos lo agradecen leyendo con inusitado empeño. Me gustaría que esa fuera la razón, sinceramente, pero sé que la agilidad de la trama, el lenguaje cercano y, sobre todo, la corta extensión de la novela son factores mucho más determinantes. Sea como fuere, no es una novela de jóvenes, pero gusta a los jóvenes, y yo, encantado de la vida.