Lo que sucede a lo largo de las páginas de la novela, posiblemente no sucedió nunca, pero pudo haber sucedido. Puedo haber bandidos asolando la región, como nos cuentan los cronistas romanos que era común; seguro que hubo diversas propuestas para enfrentarse a los romanos ―en este sentido en la última página tenéis una pista―. El hecho de que haya un cartaginés en la novela, circunstancia que pudiera parecer extraña, está también justificado por el asedio de Aníbal y sus elefantes a las ciudades de Toro (Arbocala) y Salamanca (Helmántica). Todo pudo suceder, porque todo está fundamentado en los conocimientos que se tienen historiográfica y arqueológicamente. Pero, realidad, esto no es lo que me más me preocupaba, lo principal era evitar crear una novela documental, para más bien crear una historia en la que todos esos aspectos estuvieran presentes pero no fueran los protagonistas, que estuvieran disueltos en la propia novela y tuviesen una utilidad en el desarrollo de la misma.
De hecho, el problema de escribir esta novela, era que la investigación sobre los vacceos aún no permite determinar detalles que eran esenciales para la trama, por lo que he recurrido a paralelos con otros pueblos prerromanos de la Península Ibérica o de la región celta europea. Hay detalles escondidos que remiten a las sagas gaélicas, a la Ilíada, etc., incluso, en la forma de vivir la espiritualidad o de relacionarse entre sí y con otros pueblos he rastreado referencias en pueblos primitivos posteriores en el tiempo. En cualquier caso, que nadie se asuste, porque, insisto, eso es no es más una esencia invisible que no influye, en realidad, en la comprensión de la trama. Lo más importante es que todo lo que sucede en la novela, no sabemos si sucedió, pero pudo suceder.