Los paisajes: La Pared del Castro

En ese juego oculto que subyace en la novela, con influencias y referencias más o menos evidentes, tiene una importancia determinante el concepto del paisaje. En realidad, todos los lugares en los que transcurre la acción existen en realidad. Así, el enfrentamiento entre los vacceos y los bandidos tiene lugar en un yacimiento arqueológico bien conocido en el mundo científico, llamado La Pared del Castro o La Plaza, en Cogeces del Monte (Valladolid). Se trata de una estación de la Edad del Bronce situada en un espigón de un páramo y cerrado en la estrangulación que le separa de la paramera por un murallón potentísimo que pervivió hasta comienzos de la década de 1980 casi intacto. Hoy es un paraje salvaje y solitario, poblado mayoritariamente de encinas y pinos, e infestado de jabalíes, donde aún se puede vislumbrar el trazado del muro que en otros tiempos protegía una amplia zona.

Me resultaba interesante incluir este paraje en la novela -además de porque me encanta deambular por allí- para remitir sucintamente a cómo lugares antiguos perviven en la mentalidad popular de las formas más variadas. Uno de los guerreros vacceos que conoce el lugar, se refiere a él como “obra de los dioses”. Es precisamente esa mitificación del paisaje y de los lugares lo que, con el correr de los siglos, trasciende y se fosiliza en la tradición oral; ¿o no es curioso que 4000 años después de abandonarse, ese lugar siga denominándose laPared (=muralla) del Castro (=poblado)?

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