Este es uno de esos casos de destrucción patrimonial que no tienen una explicación razonable. No, por mucho que se busque. El barco de guerra Durango, construido en astilleros españoles en la década de 1930, fue donado al gobierno de Sinaloa (México) para su reconversión en un flamante museo flotante en la turística ciudad de Mazatlán. En 2013, apenas hace unos días, se descubre, sin embargo, que el barco fue vendido en 2009 a una empresa y, posteriormente desmantelado, convertido en chatarra y hundido, sin que existan documentos que remitan a los detalles de su venta ni al destino de la artillería, maquinaría o radar. Ni siquiera la propiedad del buque está dada de baja del inventario de bienes estatales. Desde la Unidad de Transparencia y Rendición de cuentas del Estado, lo único que pueden confirmar de momento es que, definitivamente, el buque ya no existe, y se empeñan en recabar toda la información necesaria.

El transporte-cañonero Durango fue construido en los astilleros de la Unión Naval Levante Echavarrieta y Larrinaga de Cádiz en el marco de un pedido de 15 buques que el gobierno mexicano, cercano a la nueva República, realizó en 1932 a diferentes astilleros españoles por un importe de 73 millones de pesetas. La unidades requeridas fueron: tres cañoneros de 1300 toneladas (astilleros de El Ferrol y Matagorga), diez guardacostas de 180 toneladas (astilleros de Bilbao) y dos transportes-cañoneros de 1600 toneladas (astilleros de Cádiz y Valencia).

Los transportes-cañoneros Durango y Zacatecas eran los buques de mayor importancia del pedido. El primero fue botado el 28 de junio de 1935 y entregado a México en 1936, poco antes del estallido de la Guerra Civil española, sin embargo, el Zacatecas, cuya producción iba algo más retrasada fue incautado por los sublevados y rebautizado como Calvo Sotelo.
Las exigencias del comprador de combinar las funciones propias de un cañonero -tripulación de 141 hombres- con las necesidades de poder albergar a un batallón de infantería -500 hombres-, hicieron que estos barcos finalmente no resultaran muy marineros, más bien, que fueran inestables. El Calvo Sotelo-Zacatecas tuvo una activo protagonismo durante la guerra en la zona del Estrecho pero, concluida este, fue relegado a misiones secundarias por su innegable incomodidad, hasta que, finalmente, fue retirado en 1957.

El Durango, por su parte, tuvo una larga vida que se prolongó hasta 2001 -si bien, desde mediados de los años 70 funcionaba como buque escuela-. A pesar de su condición guerrera, en el Durango se transportó la llama olímpica en 1968.
Lamentablemente, el Durango ha pasado a formar parte de la trágica Historia reciente de ese Patrimonio Cultural -industrial, militar, arquitectónico, etnográfico…- que es denostado, despreciado y, finalmente, destruido, por pura ignorancia o por intereses económicos y/o urbanísticos. Suma y sigue.
Fuentes: El Universal, Histarmar