Por fin he podido coger algo de ritmo y escribir diariamente, por lo que yo creo que este verano mi nueva novela histórica estará concluida. Entre otros proyectos y un par de crisis creativas en que abandoné la novela cuando llevaba casi la mitad del libro por otra que luego también abandoné, el proceso de escritura se había ralentizado demasiado.
Sucede que un día me creo el mejor escritor del mundo y al día siguiente creo que debería dejar de escribir. En fin, supongo que serán cosas naturales del proceso creativo o inseguridad o falta de talento…, vaya usted a saber. La cuestión es que cuando retomé la novela que había abandonado, observé que le había pasado como a un buen vino: el tiempo la había hecho mejorar a mis ojos. Así que, después de releer lo que tenía escrito un par de veces, decidí que había una buena novela esperando a ser concluida. Y nada, volví a escribir.
Os adelanto que de nuevo será el bueno de Santos Aguña (protagonista de El infante de la sonrisa triste) el que corra otra aventura, esta vez en el entorno del maravilloso Real Sitio de San Ildefonso y su palacio de la Granja, para mí uno de los lugares más hermosos de la Tierra. Ambientada durante un verano en los años finales del reinado de Carlos III, Santos Aguña debe hacer frente a un entuerto muy difícil de resolver.
Mezcla de novela histórica, novela de ambientación histórica, novela de aventuras, novela negra…, debo aclarar que no es la segunda parte de El infante de la sonrisa triste, por lo que no es necesario haber leído la anterior. La trama y los personajes son completamente nuevos, aunque espero que gocen del mismo cariño de los lectores que le profesaron a la anterior novela.
Os seguiré informado. Y no, todavía no tengo decido el título.